Tres hombres en un bote

Untitled document

[lang_es]Cuento corto

Tres hombres están en un bote a la deriva en alta mar. Tienen tres remos. Descansan en el fondo del bote dejando que el tiempo pase.

Una ola más grande que las demas vuelca el bote y los tres hombres terminan en el agua. Consiguen enderezar el bote, recuperar los remos y volver a subir a bordo. Están mojados y tienen frio y han descubierto que el mar no es estático.

Discuten lo ocurrido y, el más avezado en asuntos marineros, sugiere que la próxima vez que se acerce una ola grande utilicen los remos para orientar el bote hacia la ola y evitar así que vuelque. Los otros dos coinciden en pensar que es una gran idea. Ya tienen un plan.  Se sienten más tranquilos, aunque aún están mojados, y vuelven a tumbarse en el fondo del bote esperando que el Sol les seque y reconforte.

Llega otra ola y el bote vuelve a volcar, con el mismo resultado que la primera vez. Es evidente para los tres hombres, al fin y al cabo no son unos zoquetes, que el simple hecho haber identificado el problema y su solución no elimina el problema. Deciden establecer turnos de vigilancia para evitar que otra ola les vuelva a coger por sorpresa. Se sienten más tranquilos, aunque aún están mojados, y vuelven a tumbarse en el fondo del bote, excepto el responsable del primer turno de vigilancia, esperando que el Sol les seque y reconforte.

Después de unas horas el vigía de turno descubre otra ola grande acercándose al bote. Alerta a sus dos compañeros y los tres se ponen entusiastas a remar. Pero lo único que consiguen es que el bote de vueltas sobre si mismo. La ola les alcanza por barlovento y acaban por tercera vez en el agua. Están enfadados, se sienten estúpidos. Han descubierto que tener el mismo objetivo y hacer lo mismo al mismo tiempo no les convierte en un equipo. Deciden entrenar, se asignan posiciones en el bote y reman y reman hasta conseguir orientar el bote en cualquier dirección en apenas unos segundos. Se sienten cansados, tranquilos y confiados. Retoman los turnos de vigilancia y vuelven a tumbarse en el fondo del bote esperando que el Sol les seque y reconforte.

Inevitablemente llega otra ola, el vigia la ve a tiempo, despierta a sus compañeros, los tres ocupan sus posiciones y maniobran el bote proa a la ola. El bote remonta la ola permitiendoles ver más alla del horizonte durante unos segundos. Pasada la ola los tres hombres se sienten vencedores, se sienten unidos y se sienten seguros de nuevo. Las olas ya no son un problema.

Los tres hombres llevan horas a la deriva, la sal y el Sol les agrietan la piel. Tienen tres remos.[/lang_es] 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *